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DECRETO 73/2006, de 21 de marzo
Castellar de la Frontera fue uno de los eslabones de la cadena de
fortalezas del reino nazarí, enlazando por el sur con la torre de
Palmones y la bahía de Algeciras y al norte con Jimena de la
Frontera. En ocasiones era cedida con otros castillos por los reyes
de Granada a los benimerines como pago de su socorro contra los
cristianos.
Juan de Saavedra, alcaide de Jimena de la Frontera, tomó el castillo
en 1434. Juan II concedió a Juan de Saavedra la alcaldía de la
villa, dándosela más tarde en señorío. Conquistada de nuevo para el
reino de Granada, volvió a ser conquistada, una segunda vez, por
Juan de Saavedra que recobró su señorío, siendo heredado durante
muchas generaciones por los Arias de Saavedra, a los que Carlos V
concedió en1539 el título de Condes de Castellar. El tronco de la
casa pasó al ducado de Santistevan en 1654 y más tarde al de
Medinaceli.
A principios del siglo XIX y mediante pleito, los Marqueses de
Moscoso obtuvieron la posesión de la villa, que volvió a los Duques
de Medinaceli en 1852, junto con el término de la Almoraima, hasta
hace pocos años. La construcción de la primitiva fortificación data
de los siglos XIII y XIV, con estructura y detalles de torres y
puertas característicos del reino de Granada. Aunque algunos
elementos fueron añadidos más tarde. En la época cristiana (siglosXV
al XVII), ya contaba con la muralla, torres y
el alcázar-palacio.
El recinto está en parte almenado y protegido con torreones
cuadrangulares en los ángulos que forman los lienzos, protegidos por
el norte y suroeste con barbacanas. La puerta de acceso a la
barbacana del norte se abre en una torre albarrana, existiendo otra
torre en la que se abre la puerta con un arco apuntado de ladrillo.
El acceso bajo esta torre es de un codo sencillo. Entrando por el
arco de la Villa, se encuentra el Alcázar o palacio del marqués de
Moscoso, formando parte de la fortaleza y muy transformado. Los
materiales empleados en este conjunto de fortificaciones son de
mampostería con piedras más o menos labradas y regulares, y
ladrillos en los arcos.
A partir del recinto fortificado, la población se desarrolla en su
interior, incorporando algunos elementos a la muralla, con la
intención de comunicar las casas adosadas a ella, que son las que
primero se desarrollan. La acumulación del caserío intramuros a
través del tiempo se corresponde con sus orígenes tardomedievales.
Las cubiertas de las casas son de teja árabe a una o dos aguas. Las
fachadas no poseen salientes ni retranqueos y están encaladas, con
guardapolvos o molduras en algunas de ellas. Las ventanas y puertas
son de madera, con portillos en vez de cristales. La mayoría son de
carácter unifamiliar, compuestas de una sala con cocina incluida,
alcoba contigua y una o dos alcobas en la planta alta. Algunas
poseen una cuadra. Las ventanas de la planta baja se protegen con
rejas sencillas de hierro. En general la tipología corresponde a una
arquitectura popular de carácter rural. Entre los edificios
singulares, merece destacarse la Iglesia Parroquial del Salvador y
el Ayuntamiento, con entradas des de la plaza mayor. La iglesia, de
una sola nave, muy posiblemente se emplazó en el lugar de la antigua
mezquita.
Se sabe que su capilla mayor fue ejecutada por Juan Arias de
Saavedra a principios del siglo XVII. En el siglo XVIII fue
ampliada, desapareciendo la primitiva estructura bajo pesadas
yeserías y bóvedas de cañón. En el camino de Castellar y junto a la
muralla, al pie del castillo se construye en 1603 el convento de
Mercedarios de la Almoraima, del que se conserva el gran claustro
con arquerías de piedra y de orden toscano, junto a la Ermita de
Nuestra Señora de los Reyes de 1562. |